10 nov 2009

Página para un lector futuro




Insufla, lector, si por azar me crees digno, tu suave aliento a este leve resto de mi rabia, inútil hoy para su primer propósito de sangre. Revive, si en tu pensamiento padeces estas mismas ansias por creer, a un cadáver de sueños intranquilos, que tan bien conserva el silencio del sencillo anaquel en que reposa. No, la palabra no nos da más tiempo que el sabido. De mí sólo quedan algunas páginas de retórica grosera, grisácea monotonía de una jungla que confundes entre los pasillos subterráneos de la noche. Pues la ciudad es, querido amigo, la verdadera señora del olvido…

Así, piénsala tuya, gobiérnala con el sumo desconcierto de sus ecos más oscuros. Sabes bien por qué sueños te conoce, por qué en tu corazón viven sus transeúntes invisibles. La ciudad es el mundo que te acoge tras su ritmo de mentiras y blancas alucinaciones. Gobiérnala con la mirada que conduces aún más lejos. La ciudad, esa dudosa encrucijada de esperanzas nimias, es el escenario que tanto necesita la literatura.

Pues un libro ya leído es siempre otro peldaño hacia la civilización. Y la última palabra de esta incierta arquitectura de espejismos, también se perderá bajo las sombras de una autodestrucción más que consentida.

Para ti, lector a quien ya nada debo, este ingrato juego de imposibles…