28 nov 2009

El extraño

(Vuelvo a publicar algo de hace, tal vez, demasiado tiempo. Espero puedan perdonar los defectos que puedan haber todavía en el conjunto del texto, pues para mí aún pasan desapercibidos)



A diario algo se detiene y cambia.

Y de inmediato resulta la oquedad,
divisoria fuente que ahonda en el hábito
de preguntarle otra vez a la sombra.

Entonces, marioneta del sueño, inquiero…
(algo se detiene y cambia, entonces veo)

No sé cual será el fin de mi recinto,
de mi espacio contemplado desde antes.
Antes yo pretendía mis pasos,
sin prestar atención al camino errado.
No sé desde cuándo, ni hasta dónde
fui avanzando por entre los pasillos
de una oquedad más vasta que este imperio.

A diario me interrogo acerca de este modo,
de esta fija imposición de hacer las cosas…
Duermo, amo, lloro…
Mas mi conducta es igual a la de otro
que ignorase su existencia difícilmente ajena.
Si me detengo, si razono la huella antes que el paso,
puedo discernir un rostro inhumano
que cavila su tristeza en el interior del recinto.

Mi espacio, fría posesión de noches en vigilia,
está habitado por la curiosidad de un extraño.