22 abr 2008

Cada vez que un hombre despierta,
y abre los ojos y recuerda
que el sueño que soñase
se sustenta de aquello
que todos necesitáramos,
de un despertar soñando,
de un vivir por algo a ciencia cierta.

Así, cada vez que alguien despierta,
busca su alegría, su diáfano canto
en el tejido de esperanzas
que para sí dispuso
el unívoco transcurrir de lo pasado.

Cada vez que alguien despierta,
y busca su alegría en añoranzas
que un sol primero pusiera en su camino,
pudiera estar buscando la sustancia misma
del sueño de la infancia.

Acaso el sol primero de la vida
sea la única luz que el hombre canta,
puede que más allá del despertar
sólo quede la nostalgia,
el azul mudo
que impregna la memoria
del claro sueño de la infancia.