Pulso

Yo soy nada y el poema es nada. ¿Quién vence sobre quién? ¿Quién arranca del descomunal silencio un grito o una lágrima? El lenguaje de la pérdida tiende a la disolución. En algún momento que aún ignoro, yo seré el poema, y el poema no será más que el espejo en el que los muertos puedan contemplarse. 

Subterráneo

Como el amor, el odio aparece siempre
de la mano del dolor.

Y yo he odiado mi existencia, 
como muchos odian la verdad de cuanto cae.

He odiado el amor más tormentoso 
como los poetas odian febrilmente 
la venganza inapelable de los justos.

Atmósfera de los jardines

Evocaba sombras. Y caminos.
Territorios desolados.

El vacío es también un sentimiento,
en él se curten nuestras huellas,
se define la tensión de nuestros lazos.

Evocaba gritos, alucinaciones, raptos.

Para que el aire se convierta en forma,
tejeremos interiores infinitos
con los ínfimos despojos del pasado.

Sombras predecibles

Observa así frente a la noche
aquello que no puede romperse,
y soporta, si existe todavía tu silencio,
las frías consecuencias que te traerá la Nada.

Donde se forjó la negra cicatriz,

estará el sentimiento.

Donde esté el sentimiento,

muchas veces llegará la noche.

Aunque nada sepan de tu herida las palabras, 
la verdad existe,
se arrastra entre espejos quebradizos,
y sostiene tu dolor ante los demás actores.

La calma

Mi única realidad ahora
son mis propios pensamientos. 

Ellos, 

fugitivas creaciones, 

conciben la veraz mentira que adolezco.