Hemos repetido más de un millón de veces la mentira de nuestra amistad, y sigue sin ser verdad.
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La soledad del bebedor es un regreso a donde no debería haber nadie. Ni siquiera él mismo.
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Demasiadas cosas enterramos en el fondo, y ninguna revivió con la estación siguiente.
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Aunque nos sepamos distintos al encontrarnos de nuevo, no hay asombro tras la reconciliación. Hemos vuelto demasiadas veces a ser nosotros mismos.