24 oct 2018

Inercias



El ruido como compañía y amenaza.
La ciudad como espejo
de algo que tememos e ignoramos
sabiamente. El ansia. Siempre el ansia.
Siempre la soledad que no debe conmoverse.

Sigo paseando por las ruinas de mi mundo.
Cuando haya visto suficiente,
cerraré los ojos para escuchar bien el ruido,
el ruido de tus ojos breves,
ruido de la soledad que se sabe
demasiado bien a sí misma.

Mil veces me he engañado, durante mil años
afirmé no estar solo. No sé si era a Dios
a quien sentía en mi ruido de inocencias.

No sé si era yo mismo
quien se hacía compañía.

Creo que yo mismo era ruido.

Ruido de algo que no puede decirse
más que para decirse mil veces a sí mismo.



Acrílico sobre papel a2