3 oct 2018

El fuego y su memoria




Algo hice mal.

Mi obsesión por la sinceridad
se volvió inquietante.

Dividí la realidad
en dos partes:
yo y todo lo demás.

Grité como gritan los más altos.

Fue lo suficientemente horrible,
como para necesitar ser solo uno más.

La verdad se basta a sí misma.
Nada brilla como la verdad.
Decir la verdad es arder y quemar.

Leí a diario cosas como estas,
y aunque ninguna metáfora
haya sido suficiente,
ahora creo que la verdad es un espejo mudo,
ante el cual, hasta un tonto
debería ser escuchado seriamente.



Imagen: sin título, acrílico sobre papel din a2