No hay saber sin amargura.
Para recordar siempre la lección,
habría que guardar,
siempre, un poco de rencor dentro.
Dentro, un poco de odio.
(Si la felicidad te dejara inconsciente,
araña la cicatriz oculta,
recobra el conocimiento,
miente y araña la cicatriz,
aráñala de nuevo).
Que nadie sepa
quién eres todavía.