Invertir los términos. Mantener una mueca sempiterna de desinterés, allí donde todo rompe o vuelve a florecer. La sola medicina para tal indiferencia, fue la destrucción de un amor extraordinario. Eso me reserva el derecho a insistir en la distancia.
Y el que las malas lenguas se retuerzan o la sensibilidad enmudezca de tanto hablar a solas, nada importa.
Será lo justo para el loco que esboza sus pasiones sin descanso.