Extraño, sí, 
como leerse a uno mismo,
y no reconocer,
no entender ya; pasear
observando solo la expresión
de un barrio antiguo.
Inútil luego suponer quién dijo qué, 
cuántas horas en vela
separando lentamente 
la experiencia del sentido;
hacia dónde el poema 
que jamás contuvo 
huellas sin edad, 
propensión, camino.
Y cómo comprender sin doblegarnos, 
si dijimos lo importante,
dejando así constancia de qué fuimos.
Cómo averiguar observándose a uno mismo
qué importancia otorgábamos,
escribiendo, al vacío en que medirnos.