Toda empatía hacia el dolor tiene un precio. A veces, el no asumir con  dignidad un profundo rechazo, puede suponer que al final seamos  incapaces de rechazar nosotros mismos a quien no sabemos corresponder.  Pues el solo hecho de suponer el desamparo de quien nos ama pese a  nuestras negativas, puede despertar en nuestro interior la compasión más  primaria: la misma que en verdad seguimos proyectando hacia nosotros mismos.