6 dic 2011

Idealizaciones y desvelos



¿Y a qué tanto idealizar aquello que en sí mismo es inaprensible? El ser amado siempre es imperfecto. Por poco que sepamos, a menudo sospechamos que sus miserias pueden ser tanto o más terribles que las nuestras. No, no es ella la que asciende más allá para salvar el alma que han juzgado estos temores, a nadie pertenece el sentimiento en sí. Nadie dirá nunca: “vengo a propagar sabiduría: soy el amor que redime la frivolidad o la cobardía.”

El amor que al fin perdura, es aquel que recomienza humildemente después de confundir una y otra vez la verdad del ser amado y la idealización de aquello que no comprenderemos nunca; esto es: el amor mismo, aquel que a ratos nos transforma en héroes vulnerables, inconscientes aún de lo extraordinario de su propia naturaleza.