I
Alcé un pequeño templo, invisible a ojos de las bestias, sobre las cenizas de mi sangre. Cada vez que me arrepiento de haber permanecido tan cerca del exceso, vuelvo a sus íntimos altares para ver crecer el trigo o para sufrir por aquellos que están lejos.
II
Seguid danzando, los que tanto habéis buscado al son de esa música furiosa. Os aseguro que el verdadero amanecer os hallará felices y en silencio.
Alcé un pequeño templo, invisible a ojos de las bestias, sobre las cenizas de mi sangre. Cada vez que me arrepiento de haber permanecido tan cerca del exceso, vuelvo a sus íntimos altares para ver crecer el trigo o para sufrir por aquellos que están lejos.
II
Seguid danzando, los que tanto habéis buscado al son de esa música furiosa. Os aseguro que el verdadero amanecer os hallará felices y en silencio.