Pero quiero saber quién,
quién prometió que la vida
sería siempre la intensa certeza,
siempre el calor posible de unos brazos,
la inocencia, siempre, 
de crear la sustancia del día.
Seguirá sonando, incansable, 
la hermosa canción que nos recuerde 
el final que llega de repente,
al comenzar un tiempo inerme de dolor.
Y si la fortuna, si el amor, 
si la vida fuera acaso algo más 
que el inútil sacrificio
que ha de cometer a diario 
tu joven corazón exhausto.