22 nov 2006

Primero fue palabra como de vientos,
oleaje como de sombra. Luego,
hacia los días, fue tiñéndose de fulgores:
oro viejo más oscuridad estremecida.
Primero fue palabra para la cólera.
Luego alboreó cuando la noche tibia.

Más tarde, herida por todos los paisajes del otoño,
emprendió su tránsito de lejanías.
Más tarde, embelesada por el fuego,
reconsideró su llanto dando testimonio.

Flor de la vida y de la muerte, poesía,
palabra que brota del íntimo vacío
para llenarlo todo de insondables ecos.
Vences cada día sobre mí,
siendo en realidad tan poco.