24 nov 2006

Arde el horizonte en todas las ventanas.
Jaurías de estrellas mansas, fuerzas distantes,
parecen temblar de frío en el centro de tus pupilas.
Arde el horizonte, arde sobre el agua turbia.
Humildes manos redentoras, manos no visibles,
se aferran desnudas a la palabra.
Jaurías de estrellas mansas…
Un reducto de lluvia terrible y condenada,
un espléndido epitafio de música y distancia
parece advertir el mundo desde la rabia.

Arde el horizonte… Amanece. Es la vida.
Sobre tu frente, la llave de este paisaje,
los nombres que aún no sabes.