11 oct 2006


Después de los días de penumbra,
después del éxodo que nos aguarda.
Después de la primera de tus faltas,
pasadas las palabras para herir más hondo.
Después del llanto de los otros,
después del llanto propio y para nada.
Una vez abiertos más los ojos,
tras describir un círculo que nunca acaba.
Después de haber hollado campos más verdes
con la misma tristeza de quien ya no ama,
luego de perseguir sombras y sombras,
ecos retorcidos en nombre del mañana.
Después de todo lo aterido, todo lo borrado,
todo lo que fuimos en mitad de quién sabe,
en mitad de la vida y para nada más preciso
que un poco de ternura o de esperanza.

Después de haber sentido que todo era posible,
no basta con mirar hacia los otros, no, no basta…
No bastan sus rostros contenidos,
ni sus manos llenas de tardanza.

Henos aquí, vacíos, después de contemplarlo todo.
Como si todo fuera vivir para encontrarnos
henos aquí, de nuevo, como si todo lo aprendido
nos hubiera costado volver a lo pasado.