13 ene 2010

Encrucijada del bebedor

Aquel gesto anunciaba el amor vano
que profesan los pájaros mestizos
por la muerte contagiosa de los astros.
Una sonrisa quebrada, un guiño violento
pueden desmentir la coartada del poeta.
Conviene hacerse niño,
ultrajar el corazón con pequeñeces.
Nada como un buen caparazón diurno
para amansar el amor y sus respuestas.
Ya no recuerdo… ¿Fue todo un espejismo?
La muerte se peinaba
con inútil sueño de violeta ciega,
un caracol amanecía solo
en lo más alto, en la inocencia
de aquel paisaje incomprensible.

Y era el gesto anunciando la premura
de los cuerpos que naufragan en el fuego,
de la sangre que sentimos tras las uñas,
de las lunas sin nadie, de las verdes
praderas que transita el elefante.

Aquel gesto anunciaba la pregunta
que se crispa entre los labios blanquecinos,
anunciaba el viento azul, tan gélido,
que se cuela entre los años dedicados
a dormir tácitamente nuestro miedo.