6 ene 2010

Confesión del inocente

El dolor en la palabra haría
más llevadero aquel silencio
en el que sosegaste la ciencia de tu fuerza.

Recordarás que la sangre nos anuncia
también el despertar sagrado de la duda.

Después miénteme con terribles canciones,
escúchame cuando te llamo
a entender la noche no pensada.
Te guardo el fuego irresponsable
que lucha por arder en tus respuestas.

Mírate contraria en todo espejo.

Entiende que la luz se manifiesta
siempre desde ese lado ajeno
al que te uniste entre tanta soledad.

Después abrázame hasta el sueño.
Hasta que el sueño nos anuncie
la hora en que acallar todas las heridas.