
Nadie vino para conducirnos desde fuera
hacia la irreal salida del laberinto. 
Con sus ritos y sus íntimas premoniciones, 
también el laberinto 
carece sin nosotros de importancia. 
Carecen lo posible y lo imposible de importancia, 
pero maduramos como espectros
que persiguen en la noche
la lejana oscuridad que los habite.
que persiguen en la noche
la lejana oscuridad que los habite.
Y aún no estamos lo suficientemente muertos.