12 abr 2019

La fama y su contrario



Todos los artistas comerciales son discípulos de la vida. Eso es lo que en verdad vende: la vida. Son, desde Madonna hasta Michael Jackson, luz, pura luz. Cegadora luz. Porque ese es el problema. En su obra, y esto es aplicable a cualquier artista comercial de la disciplina que sea, hay muy poca conciencia de la miseria, del frío, de la pobreza, de la muerte. Dicho de otro modo, la vibración artística de los discípulos de la vida, carece de cualquier forma de sabiduría, pues hay más sabiduría en el alma de quien en verdad tiene conciencia de su propia muerte, que en todos los libros a favor de la vida que se han escrito en los últimos doscientos años. 


Sed adolescentes, eternos adolescentes. Eso dicen los discípulos de la vida. Y no es un mal mensaje. O no lo sería si a estás alturas no estuviera tan desalentadoramente unido al dinero, a cantidades ingentes de dinero que parecen repeler eso mismo: cualquier forma de sabiduría, de conciencia moral, de adulta preconcepción de la propia muerte.

Imagen: "árbol en llamas" acrílicos sobre papel a2