Criticar ante alguien a un tercero que ese alguien no conoce. Trabarte de lo lindo. Cerrar la conversación demonizando al tercero. Salir a tomar café. Pasarte una hora pensando que algo fallaba en la conversación... No entender a tus años exactamente qué.
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Leer en el muro de un contacto de facebook una discusión sobre la perpetua crítica a la juventud. Ponerme del lado del contacto. Leer como todo el mundo le salta al cuello con aquello de: de mi generación decían lo mismo, y ahora somos de lo mejorcito.
Pensar para mis adentros: de mi generación decían lo mismo, y ahora la mayoría da hasta miedo.
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Mantenernos en un plano de unívoca fe, hasta considerar que tal o cual cosa sucederá en tanto que creemos que tal cosa sucederá por obra misma de la fe.
Acabar por no creernos que lo opuesto a esa misma cosa nos esté sucediendo precisamente a nosotros.
Sentirnos estúpidos y desgraciados.