No se construye la amistad duradera sobre el encanto. Primero ha de
saciarse la necesidad de cercanía. Una vez cumplido el rito de ahuyentar
el miedo a la soledad, surgirá o no el encantamiento. Pues llegados a
ese punto, lo importante se habrá cumplido al margen de nuestra
voluntad, siendo el encantamiento un mero pasatiempo: distensión y
disfrute de lo no-importante.