Mucho
 después del diagnóstico, seguía teniendo la impresión de que el miedo 
al qué dirán, era el único pilar que normalizaba su conducta.
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Pero es que hay una diferencia interminable entre decir que no puedes hacer algo y comprender, simplemente, que no quieres hacerlo.
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En la infinita encrucijada, sintió el pánico al silencio.