19 sept 2009

Rojo (II)

Ciertas noches la sangre se despierta
arrastrando su roja melodía delirante.
Y el cuerpo, entonces,
despacio se impacienta.
Y el aire que nos falta no es de nadie.

Noches que acarician este ímpetu feliz
de trémulo esplendor sobre la carne,
que añaden un barniz de extraño tacto
a la misma piel que así se encuentra
respirando contra otra piel ingobernable.

Y ciertos juegos consisten todavía
en perder la noción aprendida
de las normas que inventamos sin querernos.
Ciertos juegos son la vida
que desperdiciaremos en treguas
tan terribles como cualquier descanso.

Pues ciertas noches son la noche
en que el silencio prende con palabras
que encontramos al sabernos en el frío.
Y ese calor que nos cruza la sangre.
Y esa verdad que no entenderemos a medias.