18 feb 2012

Semilla

Sí, amor, jueces mezquinos.

Aquí, allá, en Madrid,
Bogotá o Indonesia.

Y en nosotros también, recuerda.
También en nosotros.

Cedemos nuestra libertad
si encerramos riendo,
bebiendo o pensando en exceso,
el valor que cualquier semejante
evade al negar su propia flaqueza.

Pero hay diferencias.

A saber: tenemos uñas y dientes,
opción, vergüenza y aquellas heridas
que harían aullar a las bestias.