2 nov 2011

Leteo


Tan solo hay que olvidar.
Dejar atrás entierros y delirios,
el viaje, la infancia irreversible.

Ahora estoy aquí. Por vez primera
diviso lo que soy sin compararlo.
Supongo que el común olvido
bañará de blanco la sombra de mis pasos.

Y a qué abrir otra ventana, salir,
llegar de nuevo al mismo parque,
fugaces los paraguas sobre el aire.
Suponer, sin frío y sin asombro,
que todo estaba hecho desde antes.

A qué, por qué...
Si abrir la mano es distinguir el día:
desapercibido pasa lo que pudo ser,
quedando en primer plano
los actos de un amor imprevisible.

Quien ama, olvida para renacer,
dejando tras de sí la misma vida
que nadie ha de vivir de nuevo como fuera.