11 dic 2008

Agua

Amar, sí. Extraer, sentir
desde la humana cifra del corazón
la sustancia febril de un caos invisible.
Sentir, sí: sentir cada poderoso ensueño,
cada ternura oculta que llegue a revelar
la fuerza ensordecedora de todos los poemas.
Destilar desde la sangre en llanto
un alcohol liviano
que pueda superar la herida
abierta tantas veces por la muerte.

Amar, sí. Concedernos todos los instantes.
Vencer, y rechazar cualquier halago.
Ser felices contemplando
la posibilidad misma que da la alegría
contemplando.
Ser felices el uno en el otro
y cada uno en sí mismo
o en su propio infinito
o en su profundo descanso.

Amar.
Tornar la vida el agua esencial
que se ha de beber despacio:
porque se trata de vivir amando,
sintiendo como el que nunca se sacia.