Cuatro trampas para una sombra

Hemos repetido más de un millón de veces la mentira de nuestra amistad, y sigue sin ser verdad.

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La soledad del bebedor es un regreso a donde no debería haber nadie. Ni siquiera él mismo. 

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Demasiadas cosas enterramos en el fondo, y ninguna revivió con la estación siguiente. 

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Aunque nos sepamos distintos al encontrarnos de nuevo, no hay asombro tras la reconciliación. Hemos vuelto demasiadas veces a ser nosotros mismos. 

Brillar en la oscuridad

Ha dejado algo nuestro
de serle indiferente al Universo.

Imposible discernir 
si se trata del dolor que nos consume
o de nuestra eficiente crueldad sin juicio.

Hemos enunciado lo innombrable,

los gritos se han multiplicado 
desde un profético enigma de discordia

y de interminable soledad. 

Pero a ninguno le concierne en consecuencia

la verdad de todo esto. 

Solo les incumbe su verdad. 

Después del arrepentimiento

La culpa es el hallazgo de un misterio

que atañe solo al mal y a los espejos.

Eso eres tú, replica la infeliz imagen. 

Conoce tu miseria. 

Habitan tus demonios en la nada

que transitas por negar el nombre que te dieran. 

Como el silencio ajeno

Alimentamos con mentiras nuestras almas,
y en la ingenuidad está el miedo
haciéndonos enloquecer con su presencia.

Pero al Universo no le afecta nuestra farsa.

Nada creen las espléndidas estrellas.

Y las simas de los mares son imperturbables. 

Todos los consejos

En verdad, no lo sé.
No soy tú. 

No eres quien.

Pero te diré algo:
la noche no podrá salvarnos de la noche. 

Mientras no seamos expulsados del paraíso, 

la noche no podrá salvarnos del dolor.