Finalidades

Tuve corazón.
Era como una nube negra.

Siempre al borde de un llanto
sobrecogedor.

Lo dí a los perros
para que todos vieran
el espléndido final del desamor.

Épica del comienzo

Nos refugiábamos en el vacío,
y el vacío era
otra ficción inútil.

Nos refugiábamos porque estábamos llenos
-demasiado llenos-
de insensibilidad al dolor.

Prometía el vacío
convertirse en aquella herida
que no cerraría nunca.

Como nunca cerraría
el clamor primitivo de la noche

las puertas del corazón.

No callar

Decir la verdad,
condenarse,
abrirse para encerrarse.

No esclarezcas: ofenderás a los cínicos.

Madura,
miente sin decir nada.

Umbrales

Afirmó saber algo.

Dijo haber entendido
sobre la preciada noche que llevamos dentro.

Fue extraño:
el sueño que es la vida
casi se volvió real.

No resultó difícil creer en nuestro deseo.

Madurez

Nos contaron cuentos,
extrañas leyendas,
historias realistas que hablaban de magia.

Y ahí el amor,
la expresión más terrible del vacío.

Cómo no creer en ello.

Cómo no renegar después

de cualquier misterio,

por más que la magia exista.

Expansivo

La oscuridad dice sí.

Sí a la crueldad,
sí al deseo,
sí a la oscuridad.

Seducir es decir sí,
y esta noche 

afirma convencida

la debilidad del sueño.

Cuando algo caiga, 

llenad de eternidad un tiempo

que no transmita luz.

Para ello,

cerrad los ojos,

cerradlos, 

y aun así,

seguid mirando.

Lengua del aire

Leerás versos,
caerás entre los vivos,
y seguirás leyendo,
y seguirás cayendo.

Y llegará el momento
de prestar atención
con los cinco sentidos.

Semejanzas

Donde la huella,
una horrible cicatriz.

La herida como permanencia.

El daño como forma
de cerrar el vínculo.

¿Por qué? ¿En qué términos 

la crueldad encadena

a quienes no pueden crecer?

La sórdida conjetura.
La predestinación.
La demencia de una década
que ya dura treinta años.

Mi mirada es simple ahora.

Solo veo la verdad obscena.

De lazos y de sombras

Solo me interesa ya

el alma de los cínicos

Guardad vuestros libros santos
y vuestros delicados elogios.

Y decidme
por qué dan ganas de pegarse un tiro
al oír llorar a un puerco.