
Mi demonio era claro y perfecto.
Cada gesto, cada insolencia,
cada lección suya,
ensanchaban la frontera
entre el pensamiento y la sombra.
Me hacía sentir escoria
Cada gesto, cada insolencia,
cada lección suya,
ensanchaban la frontera
entre el pensamiento y la sombra.
Me hacía sentir escoria
solo con su presencia.
No seré más de lo que todos ven,
pero sé reconocer
cuánto hiere la perfección.
Más cuando no eres tú la criatura perfecta.