
Antes de empezar,
mira a tu alrededor.
Obsérvalos bien.
Siente al observarlos su mediocridad,
su estrechez mental,
su intocable miseria moral.
Cuando los hayas visto bien,
respira junto a ellos.
Respira junto a ellos ese aire -su aire-,
hasta que el rechazo hacia lo que son,
consuma el blanco frío de tu sangre.
Vuélvete así oscuro,
atormentado,
inquietante.
Y desde ahí, escribe.
Escribe contra ellos para salvarte.