
En algún lugar del laberinto
aguarda la compañía idealizada,
la resonancia exacta que justificaría
ese capricho de las sombras
que es la aventura de lo humano.
Ignoro la bifurcación o el pasillo
que de cualquiera haría
la espléndida criatura amable,
el amigo sin tacha, el hermano.
Pero continúo buscando su figura,
a sabiendas de que nadie puede
detener las fauces del cambiante laberinto.