No te fíes nunca de un suicida.
No te fíes ni te apiades.
Se aferrará a ti mientras se hunden
todas las estrellas, querrá tu sangre,
tu piedad y tu sangre,
porque la suya es ya veneno,
el insólito veneno de la vida.
Querrá el suicida hacer un cambio.
Tus fuerzas por su alma.
Tu alegría a cambio de algo extraño.
Todos, y digo todos nosotros,
llevamos dentro un infierno solitario.
Hasta ahí arrastrará el suicida
a quien quiera apiadarse de sus actos.