20 jun 2020

Mitología del fuego



Domesticaron al adolescente que mordía las sombras. Domesticaron al viento. Domesticaron al dios salvaje que dormía a sus hijos con una navaja. Fue extraño y liberador. Fue fácil. La civilización devoró con frialdad nuestros delirios, los niños paseaban solos y sin miedo. La civilización tuvo la última palabra, siempre la ha tenido.

Luego llegaron las leyes injustas, luego vinieron los listillos y la invisible división del aire, la perfecta falsedad amable, la estupidez burocrática de los callejones sin salida y de los mercaderes del hambre. Pero para entonces ya era tarde.

Nos habían domesticado a través del miedo a nosotros mismos.