Después de haber prendido
en el torso, en las manos
la tormenta, la luz, el estrago.
Quebrado de una vez el ánimo.
Después de haber errado tanto;
la vida, un poco más ciega,
ya menos solemne,
se duerme en mis brazos.
Qué hermoso, su sueño.
Qué cierta parece su calma en febrero.