Después, contar entre los felices.
Pasar también nosotros
como si nada pasara. 
Y extraviar nuestras sombras.
Nadar hacia el fondo.
Engrandecer solo esa rutina, 
la de juzgar inofensivo el pensamiento.
Cualquier deuda con la pérdida
quedará saldada 
después de reconocernos.