29 mar 2013

Síntesis

No me hables de autoestima, de felicidad, ni de amor propio: todo eso son estados excepcionales. La mayor parte del tiempo no sabes dónde estás, ni quién eres. Piénsalo. Hace años que tu vida consiste en aceptar las reglas de un juego que ni siquiera entiendes. Yo creo que lo máximo a lo que cualquiera puede ya aspirar, es a pactar una borrosa costumbre consigo mismo. 

A ser, para sí, totalmente indiferente.