28 dic 2011

Identidad secreta

No me creo ya
al hombre que en la tarde se aventura
a registrar librerías, tampoco
al soñador corriente que aún ignora
el precio de la libertad más simple.

No me creo al que te escribe
avergonzado de sí mismo,
ni al carismático suicida:
no soy héroe del deber,
ni violento heraldo del destino.

Suelo descartar a todos los que he sido,
pero sospechosamente creo
en aquel que tanto desconozco:
arriesgaría mi alegría por el mismo
que aún hilvana su enigmático desnudo
frente al juicio de los otros.