27 dic 2011

Carpe diem



Empecemos de nuevo.

Supongamos esta vez
que una pérdida reciente
nublaría el juicio de cualquiera.

Y apartemos los lugares comunes,
omitamos las visiones románticas,
obviemos el alcohol y la intuición delirante,
la enfermedad incurable,
la espiritualidad
y el segundo café de la mañana.

Dejemos solo,
rozando delicadamente las ventanas,
el frío inconveniente de la tarde.

Y también a la gran desconocida
presente entre nosotros...
Cualquiera en mi situación
hubiera asumido gravemente
la necesidad de comprenderlo todo.

Me pasa cada vez que llega.
Mis entrañas dicen: vive.
Y yo intento ser cualquiera,
aunque mi cabeza ruede velozmente
junto a un fuego que no quema.