4 nov 2010

Gustar o no gustar

Los prejuicios limitan nuestra comprensión, y no solo sobre aquello que prejuzgamos. También sesgan nuestra visión de aquello que preferimos. Esta convicción queda exaltada en y para nosotros a través de un despropocionado sentimento de fe en lo que nos causa algún tipo de placer, también en lo que nos seduce o en lo que nos conviene.

Y supongo que a nadie la resultará descabellado el que alguien tan aburrido como yo, afirme que dicha fe solo obedece, en la mayoría de los casos, a una idealización estética previa al conocimiento del objeto en sí.

Es decir, a otro prejuicio.