29 oct 2010

Recordatorio

No hay literatura, por violenta que sea,
que pueda llegar a herirnos.
Los nervios del que escribe
se conectan a los nuestros:
el que escribe, sin saber muestra
la sombra ebria que lleva dentro.

Se trata del mismo daño,
el mismo que el lector obvia
hasta que abre el libro
y colabora.