29 jul 2009

el río y la luz

A mis ojos fuiste el río y la luz,
y también el cuerpo que nombra este cuerpo.
A mis ojos, el tiempo eras tú tras tu olvido
de ocio estival y terribles festejos.
Y no era mentira el azar.
No era mentira el silencio.
Pero es falso, sí, que ambos pudiéramos
callarnos sin más lo irreal de los hechos.
Amor, eras tan distinta del fuego,
distinta de mí y de mis tristes anhelos.
En tu rostro no había otra rabia más pura
que la herida de azul que dejara la muerte
en tus ojos de lluvia infantil,
en tu cálida sombra de siempre.
Distinta eras de mí y de mis tristes secretos.
Distinta del mar, distinta del verso
que busco por ti entre los ecos
de un verano febril soñando este sueño.