21 oct 2006

Aunque este paisaje contenga precisas soledades
no debes acompañarme, ni aguardar mi regreso.
En este trasfondo extraño he de sentarme
a escuchar el grave latido de mi propio corazón.
No dependo de nadie. Nadie puede aconsejarme.
No necesito salvarme del ser milenario
que hoy sonríe letalmente en mi interior.
La triste acometida del viento me agrada
al punto de hacerme recordar quien soy;
pues la existencia, pese a ser el hecho más sencillo,
es la causa única de la que todos somos consecuencia.
Por tanto, aunque este paisaje contenga
precisas y negras soledades, me agrada
porque en él comprendo lo que siempre he sido,
lo que siempre se mantiene vivo
gracias a un secreto fulgor.