y las delicadas muchachas que pasean
por debajo del balcón de mi casa,
los tres elementos que me hacen pensar
que el mundo es aún un lugar hermoso.
Por eso,
otra vez maldigo al Sol.
Otra vez maldigo a la brisa.
Otra vez maldigo a las delicadas muchachas
que aún pasean
por debajo del balcón de mi casa.
Otra vez maldigo a la brisa.
Otra vez maldigo a las delicadas muchachas
que aún pasean
por debajo del balcón de mi casa.