7 ago 2009

Sobre la manada

La manada danza al son estrepitoso,
danza y tropieza en su tácita ceguera
con un azar violento y raro.
Y algunos nos estremecemos
al representar de nuevo
el viejo ritual de nuestra infancia.
¿No lo ves? Fíjate en todo cuanto arde.
En la manada seguimos siendo niños,
salvajes inocentes que se ofrecen
para interpretar el rol de la mentira.
Y siempre hubo algo en esos ojos,
un brillo incomprensible
de ardiente fe innombrable
en los que sí eran semejantes.
La manada danza, muerde, repta.
Pero nunca piensa. Es así de fácil.

Un solo ser es la manada…
Y se enfrenta a lo que es,
y danza contra todo lo probable
en el último limbo de las decepciones.

Sé que la soledad puede ser más digna.
Pero nunca será más cierta,
ni más fuerte que el profundo calor
que la manada deja en el ambiente
al armarse en la noche igualatoria.