21 ene 2009

el ciclo de la luz

Nuestro amor, voluntad y ocaso,
limita con la desolada luz distante
que ha de tocar nuestro tiempo.

No es infinito el sentimiento.
Esta hora nos muestra
la forma en que transcurre
el instante perpetuo, la luz
nos enseña qué altura
alcanza la verdad de los sueños.
Y la vida se asemeja tanto a esto,
al ocaso anunciado en el cielo,
al irremediable temor de sentir tan sólo
la infinita potestad de la ausencia.

Es la exactitud con que marcha el día.
Es la resignación de este amor,
que necesita morir para completar su ciclo.

Y, al final, la noche.

¿Qué pensamiento esquivo
justificaría el verdadero olvido?

No es infinito el deseo.
Sólo la muerte,
con su andar lento y preciso,
nos acogerá para siempre en su sueño.