18 dic 2007






Son los últimos silencios de la tarde.
Se demora lento en las ventanas
un triste pájaro que sueña febril
con los límites del cielo.

Roza el invierno mi mirada,
acecha la verdad en el horizonte.
Se presiente el verso en la palabra
igual que un cataclismo en los colores.
Recuerdo el timbre exacto de tu voz,
el tono en que me hablabas sonriendo
al comenzar de nuevo esta extraña tarde.
Tu voz en el teléfono se alarga, resplandece,
contribuye a que me pierda en los sonidos
que emite diariamente la distancia.

La distancia,
ese conjuro del presente
que nos ata y nos aleja
de un modo imprevisible
a las palabras.

Y ya la tarde termina,
son sus últimos silencios.
Las palabras -las voces y los ecos-
se funden en una leve música.
Ya la tarde termina.

La soledad sólo concierne al extraño.