8 nov 2016

Dos distinciones



No, no son lo mismo ánimo y sentimiento. El ánimo es algo de uno consigo mismo. El sentimiento siempre es hacia alguien más. Y sucede a veces que quedamos atrapados en el tejido del ánimo, encerrados en nosotros mismos casi por voluntad propia. Entonces solo lo interior es real y la luz se convierte en una entidad mística. Hay muchísimo dolor ahí. Nadie rechaza la realidad común solo para pasar el rato. Un choque o un rechazo intenso y nos convertimos en tortugas que solo dejan pasar a dos o tres personas dentro de su caparazón.

A este tipo de vínculos tan selectivos se les denomina intimidad, y sobre ellos Borges dijo que alguien del siglo XVII o XVIII también había dicho que son pura ilusión. El caso es que a una determinada edad, casi todos somos tortugas o caracoles o crías de algún marsupial que temen la luz que aman, la luz que irradian la poesía y las personas de temperamento artístico.

Los que logran sobrevivir intactos, siguen observando, sintiendo, comprendiéndolo todo sin necesidad de que les aclaren nada.

Los demás continuamos por la vida con un pánico cerval a que alguien correctamente adaptado enuncie lo evidente.


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Entonces, según usted, siempre hay una pose. Siempre actuamos según un modelo superficial, ¿no es eso? Pues bien, dígame entonces dónde queda eso que llamamos prejuicio. No, por favor, no se enfade. Solo quiero saber quien de los dos se está equivocando. Sí, tranquilo. Lo más probable es que lo dos tengamos razón. Es muy posible que yo no sea yo y que usted, por su parte, se esté imaginando que soy otra persona.