30 may 2010

Errantes



Fui a buscarte en la primera sed. Y eras agua prematura, sequía que se sacia en lo que vemos al mirarnos. Estuve en los templos solitarios, recordando que otro dios me encomendaba negar que haya otro mundo como el nuestro. Frecuenté todos los atardeceres, reincidí en un modo de darme a conocer. Estuve en los espejos, contrariado por un rostro oscurecido bajo el sol.

Te buscaba, amor, te buscaba… Creíste que era solo otro imposible, que este juego era una trampa tan sutil como el acto de hallarte. Pero creer es fácil. Lo terrible es aprender a equivocarse cada vez que un pájaro canta para nadie.